Desperezándose

El sábado pasado me dio pereza ir a correr y el domingo fuí con la bici, así que llevaba dos semanas sin correr. Ayer también me dio pereza, pero hoy he conseguido salir a echar una carrerita.

A las ocho menos cuarto de la mañana el termómetro marcaba -3º, así que abrí el ropero y saqué la "artillería pesada": camiseta de manga larga, gruesa con cuello de cisne, sudadera, forro polar, guantes y las mallas largas y gruesas de correr.

Con todo eso, pasé menos frio del que pensaba. Al principio iba bien, pero al ir calentando empezaron a sobrarme cosas. Abrí el forro polar y me quité los guantes. Lo que tenía frio era en la nariz, pero no había ninguna forma digna de enganchar ahí los guantes.

El recorrido uno de los habituales, en 31 minutos. Las pulsaciones en algún momento se dispararon a 172 por minuto. Se notaban las dos semanas sin correr.




Luego los cosabidos estiramientos, periódico y desayuno. Por cierto, con tanto forro hay algún estiramiento que es bastante complejo. Intenta pedirle al muñeco de Michelín o a Espinete que se cojan las manos por la espalda, pasando una por el lado de la cabeza y la otra por el lado del riñón.

Bici, después de dos meses

Después de las vacaciones invernales y de la pereza del domingo pasado, ya era hora de coger la bici.

Esta vez se apuntó con nosotros Pablo, un compañero de trabajo, el de los Jasper Report. Quedamos Rubén, Chema, Pablo y yo a las ocho y media en la cafetería habitual y a las ocho y media nos llevamos el primer chasco. Estaba cerrada. Nos tocó la churrería de enfrente, que por lo menos abre desde tempranito. Era eso o pasar frio en la calle esperándonos unos a otros.

Tomamos el café y salimos sobre las nueve. La idea inicial era subir a los Santos de la Humosa y bajar, por aquello de no echar mucho tiempo. Pero una vez allí la "llamada de la panceta" es una fuerza poderosa y decidimos seguir hacia Anchuelo. La ruta final fueron los treinta y pocos kilómetros de la foto: Alcalá, Santos de La Humosa, Anchuelo, Parque Natural y Alcalá.



Tardamos algo menos de tres horas, a las doce menos cuarto estabamos en Alcalá de vuelta, incluida la parada de la Panceta, que no fué panceta, sino Bacon y Lomo.

Mucha ruta para después de dos meses sin coger la bici. Veremos esta tarde cómo andan las piernas, si es que andan de alguna manera.

El "espabilao"

Hoy me ha dado pereza la bici, llevo mucho tiempo sin cogerla y ya se sabe, cuesta mucho hasta que se coge por primera vez. Así que he ido a correr.

He salido sobre las ocho y media de la mañana, con tranquilidad. He hecho el recorrido de la imagen que me ha llevado 44'07". Luego estiramientos en el parque de los bomberos, periódico y a desayunar en la cafetería a la que iba antes.

Allí, el camarero de siempre, después de tardar un buen rato en atenderme, se acercó apenas sin mirarme ni decirme hola, me soltó un croisant a la plancha y se fué. Ni cubiertos, ni café, no "buenos días". Le recordé que NUNCA he tomado con él croisant, que SIEMPRE he tomado tostada, vaya, que le dije un "tostada" mientras escapaba a la carrera después de dejarme el croisant en la mesa.

Después de otro buen rato, ya me trajo el café, al menos se acordó que lo tomo en taza, y los cubiertos. Otro buen rato más tarde me trajo la tostada. Creo que voy a tener que seguir yendo a la nueva cafetería a la que voy últimamente, donde la camarera argentina me ha pillado rápidamente el truco y me pone el "desasuno", como dice ella, que es argentina y no pronuncia las "y", sin necesidad de pedirlo. Es curioso el acento argentino. El otro día me llamó la atención en un culebrón de la tele como pronunciaban "mesiso", mellizo, que ni pronuncian ni la "ll" ni la "z". Me gustaría saber qué palabras nuestras les chocan a ellos cuando las pronunciamos.

Vuelta a la rutina

De vuelta en Alcalá, terminadas las vacaciones, comenzamos nuevamente con la rutina.

Llevo más de una semana sin correr. Esta mañana, sobre las ocho y media he salido, a ritmo tranquilo. Avenida Virgel del Val, chalets y camino del rio, un total de 33 minutos. Un despiste y la fuerza de la costumbre me hicieron dar un pequeño rodeo, ya que tiré por el camino habitual en vez de por el que pretendía. Las pulsaciones entre 140 y 150 y sin cansancio especial. Luego los acostumbrados estiramientos en el parque de la Plaza de la Juventud, periódico y desayuno.

Después me dí una vuelta larga caminando, hacia la estación de Renfe, Parque O'Donell, Santos Niños, Cuatro Caños, Juan de Austria y a casita.

A ver si con el nuevo año abandono la pereza y empiezo a correr o hacer algo entre semana.

Cambio de cafetería

Esta mañana salí sobre las ocho e hice la carrera habitual de Gijón: Casa del Mar-Eulogio-Playa de San Lorenzo. Esta vez quise cambiar de cafetería, a una en lo que antiguamente era la plaza del Libro, así que terminé la carrera e hice los estiramientos en la escalera 8 de la playa de San Lorenzo.

La carrera fué bien, comparada con la que hice con Rafa, pero peor que la de días anteriores. La que hice con Rafa fué más tarde de lo que estaba acostumbrado, hacía más calor y llevaba el estómago lleno. Estoy acostumbrado a correr tempranito, con fresco y en ayunas. La carrera de hoy, sin embargo, no fue tan bien como las dos primeras similares a esta.

Durante la carrera se me ha ocurrido pensar una tontería, lo loco que estoy a veces. Me veo por la mañana temprano, todavía a oscuras, sin gente en la calle, con frio y corriendo por ahí. Si fuera verano incluso podría añadir el agravante de hacer todo eso en paños menores, aunque quitaría la nocturnidad.

Última carrera del año

El 31 de Didiciembre quedé a las once para correr con un amigo del colegio y de la universidad, Rafa.

Salimos de la escalera 11 del muro de San Lorenzo (las "coordenadas" de la cita son a las once en la once) y fuimos corriendo en dirección a la Providencia. Seguimos por el camino del Camping, pegados a la playa. Hicimos veinte minutos de ida y un cuarto de hora de vuelta, hasta el puente del Piles. En total unos 35 minutos.

Coincidimos con la San Silvestre de Gijón, que era más o menos a la misma hora, pero fuimos corriendo a nuestra bola. Los de la San Silvestre empezaban, creo, a las once y media, unos seis kilómetros. Lo que pasa es que primero salen los minusválidos, luego los niños y así las diferentes categorías. Cuando sobre la una nosotros habíamos acabado de correr y de un largo desayuno, todavía había gente corriendo la San Silvestre. Quizás otro año nos apuntemos...