Habitualmente suelo correr en Alcalá de Henares, la ciudad en la que vivo. En verano paso las vacaciones en Gijón y suelo correr por ahí.
Una cosa que noté desde el principio es que, con distancias y ritmos similares, me cuesta más correr en Gijón que en Alcalá. De hecho, mucha gente a nivel del mar se siente más cansada que en sus ciudades de residencia.
Estuve bastante tiempo preguntándome por qué. La altitud explicaría lo contrario, cuanto más altura, menos oxigeno en el aire y más cansancio. La presión atmosférica no sé si influye, pero si fuera así, debería influir también el clima incluso dentro de la misma ciudad. En un libro leí el motivo, se debe principalmente a la humedad.
Nuestro cuerpo, para disipar calor, tiene dos mecanismos básicamente. Uno es el sudor. Al evaporarse el sudor, se lleva parte del calor de nuestro cuerpo. El otro es la dilatación de los capilares de la piel, haciendo que el calor en la sangre se disipe a través de la piel. Es el motivo por el que nos sofocamos y nos ponemos colorados cuando hace calor.
Si el ambiente es húmedo, el mecanismo del sudor para disipar calor es menos efectivo, el sudor se evapora peor. Por ello, para disipar el calor que producimos al correr, nuestros capilares de la piel se dilatan, haciendo que el calor se disipe haciendo pasar la sangre por ellos.
Este es el motivo de nuestro cansancio. La dilatación de los capilares hace que pase mucha más sangre por nuestra piel y menos por nuestros músculos, por lo que quedan peor oxigenados. Para evitar esto, nuestro organismo se ve obligado a hacer que nuestro corazón bombee sangre más deprisa, latiendo más rápido.
Así, a igualdad de ejecicio, en un ambiente húmedo nuestro ritmo cardíaco (y nuestro cansancio) es mayor en un ambiente húmedo que uno seco.
29 agosto 2005
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