Hoy es martes, pero es San Torrejón, fiestas del lugar donde trabajo, por lo que no trabajo. Aprovechando la ocasión, esta mañana he salido sobre las siete menos diez a correr.
Ayer por la noche cayó un tormentón de órdago, supongo que para mojar bien la leña de la hogera de San Juan, así que esta mañana decidí hacer mi antiguo recorrido por los chalets, todo asfalto y sin caminos de tierra, que supuse estarían totalmente embarrados.
Empecé la carrera bastante bien pero, a pesar de que el recorrido es aproximadamente un kilómetro menos de lo habitual, llegué muy cansado al final. La mañana estaba fresca, con el suelo húmedo y algunos charcos del día anterior. Supongo que la humedad(1) es la que hizo que me cansara más de lo habitual.
Por cierto, antes de ayer hicimos una excursión por el parque natural y se me ocurrió llevar los playeros de correr. Se me metieron espiguillas de trigo entre la tela de los playeros, así que esta mañana eché un buen rato quitándolas. Aun así, alguna quedó por dentro y me fue incordiando durante la carrera. Nada serio, pero supongo que me toca darles un repaso en búsqueda de más espiguillar rebeldes.
Al terminar mis cinco kilómetros y algo más de veinticinco minutos de carrera, estiramiento en el parque de los bomberos y a desayunar a la cafetería habitual.
(1) La humedad hace que la transpiración sea menos eficiente a la hora de disipar el calor corporal. Por ello, el cuerpo intenta refrescarse por medio de vaso-dilatación en la piel. Esto hace que la sangre, en vez de ir hacia los músculos, se acumule más en la superficie de la piel, haciendo que se necesiten más pulsaciones por minuto para mantener el ejercicio y se note más el cansancio.
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