Al principio de empezar a correr, como casi todo el mundo, andaba más preocupado por el cansancio que sentía que por otra cosa.
Sin embargo, con el tiempo, correr se convirtió en un hábito y correr una hora o más a un ritmo pausado no suponía un esfuerzo agotador.
Es a partir de ese momento cuando realmente empecé a disfrutar de ir a correr. Suelo salirme de la ciudad y correr por caminos de tierra por los alrededores (ventajas de vivir en una ciudad no muy grande, como Alcalá de Henares, y cerca de uno de sus límites). Gracias a eso, cuando corro no tengo que preocuparme en absoluto por el tráfico, por cruzar calles, esquivar gente, perros o niños.
El resultado es que mientras corres, la mente se abstrae totalmente. Empiezas a dejar volar tus pensamientos, a pensar con calma (tienes alrededor de una hora para ello) en tus problemas y en tus cosas. Corriendo ves los problemas desde otra perspectiva, eres capaz de pensar en ellos friamente, y se te ocurren fácilmente soluciones o cosas que puedes hacer para resolverlos.
De hecho, en este sentido es mejor correr que ir en bicicleta. Con la bici siemper andas más pendiente de los baches y de las piedras. La mente no puede "volar" tan libremente.
Con todo esto, correr se hace entretenido. La mente va a lo suyo, no piensas en el cansancio y el tiempo pasa rápido. Además, si terminas la carrera con un problema que "te comía el coco" resuelto, pues mejor que mejor.
Me llamó la atención, después de haber sentido esta sensación mientras corría, leer en un articulo de una revista que no soy el único que deja volar la mente. Parece ser que es bastante habitual en los corredores de larga distancia. Supongo en parte, que a esto se refieren con lo de la "soledad del corredor de fondo". Aunque estés corriendo con otras personas, si no charlas con ellas, estás a solas con tus pensamientos.
03 abril 2005
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario