Este fin de semana ha sido de los habituales en cuestiones deportivas.
El sábado salí sobre las siete de la mañana a correr. Después de correr tres días seguidos el fin de semana anterior, decidí incrementar un poco la distancia. Salí en dirección a la Plaza de la Juventud, luego por la avenida Virgen del Val, calle Cuenca hasta el final y luego a la derecha, para coger el camino del rio. Por este, di la vuelta hasta la Plaza de la Juventud.
Hice mis estiramientos en el parque de dicha Plaza y me arrepentí enormemente de, nuevamente, no haberme echado un repelente de mosquitos. Tengo las piernas acribilladas con ronchones colorados. Para la próxima ni pico, ni dejo que me piquen, me embadurnaré bien de pringue anti mosquitos.
El sábado por la mañana recogí la bici que había dejado en la tienda para una puesta a punto. Además de un buen engrase, me arregló un radio que tenía roto y que yo ni me había dado cuenta. Me dice el tio que tengo la bici hecha polvo y que lo que aguante, que habrá que ir cambiándole cosas según se vayan rompiendo. Espero que no me deje tirado por ahí...
Salí el Domingo por la mañana, sobre las siete y media con ella. Esta vez el Chema me falló. Hice el mismo recorrido del fin de semana anterior, es decir, a los Santos de la Humosa, Anchuelo y bajada por el parque natural. Son unos 30 km en los que tardé unas dos horas. A las nueve y media estaba desayunando en Alcalá en una cafetería con el periódico.
La puesta a punto de la bici se notó un montón. Mucho más suave todo y sin chirridos por ningún lado, los frenos frenan y todo. Puesto que soy vaguete con la mecánica, tendrá que llevarla con cierta frecuencia a estas puestas a punto.
26 junio 2006
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