15 agosto 2006

Hacia la Providencia

Esta mañana he salido sobre las 9 a correr.

Salí de la escalera 11 de la Playa de San Lorenzo en dirección hacia el Piles. LLegué al final del muro (paseo marítimo) donde está el camping de la Providencia. Seguí corriendo por un camino empedrado que han preparado para que la gente siga corriendo. Llegué hasta un cartelito que marca la distancia desde la Iglesia de San Pedro y que ponía 4750 metros. Este cartelito está después de un pequeño puente de madera y subir una cuesta. Me quedaba otro km para llegar al final del camino empedrado, pero justo en el punto en el que decidí dar la vuelta había una fuerte cuesta abajo que a la vuelta debía subir, así que me eché atrás.

Luego vuelta y paré en la escalera 13 para hacer mis estiramientos y a desayunar. En total, 45 minutos corriendo, con algunas pendientes fuertes. Calculo que sería una distancia de unos 8 km.

Hoy es día de resaca. Ayer fueron los fuegos artificiales de Gijón a las 12 de la noche. Todo Gijón y parte de Oviedo se amontonan en las playas para verlos. La juventud luego sale de juerga hasta altas horas de la mañana. Ví algunos borrachines en mi carrera mañanera.

La playa de San Lorenzo ofrecía un aspecto horrible. Estaba plagada de grupitos de bolsas de supermercado con botellas vacías de CocaCola y "bebercios" variados. Eran los restos de miles de grupitos de botellones en plena playa. Un ejercito de empleados del ayuntamiento, mono naranja, se afanaba en recoger todos los restos.

Me llamó especialmente la atención un castillo de arena, el de la foto

Castillo de Arena en Gijon

que hizo uno de estos que lo hacen para que luego les echen dinero mientras lo está haciendo. Lo ví por primera vez el Sábado por la tarde, con el pedigüeño afanado en darle los últimos toques (o haciendo como que le daba los últimos toques). Esta mañana (Martes) el castillo sigue en pie, con el pedigüeño durmiendo al lado. El castillo ha sobrevivido durante varios días, incluido el gentío, juerga y multibotellón de anoche, afortunadamente para el pedigüeño, que podrá seguir haciendo como que le da los últimos toques mientras le echan monedas. De todas formas, el hombre debe trabajar lo suyo, porque hoy había otros dos grandes castillos que no estaban el Sábado.

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