Esta mañana salí sobre las ocho y media a correr. Hice mi camino habitual de los sábados, el mismo del sábado pasado.
No tengo ni idea de qué tal corrí, ni si corrí rápido o despacio ni de si me crucé con alguien o no. Es de esos días en que vas pensando en las cosas del trabajo desde que empiezas a correr y no te enteras de nada. De hecho, creo que en la tabla de estiramientos incluso me salté alguno...
Luego mi pase habitual al parque O'Donnell se prolongó más de la cuenta. De hecho, pasé dos veces por el parque O'Donnell. Estaba tan "atareado" pensando en el trabajo, que empecé a dar vueltas y vueltas por Alcalá. Pase dos veces por el parque O'Donnell, dos veces por la plaza de Cervantes, por la estación de cercanías, por el parque de San Isidro, me recorrí dos veces la calle mayor. Al final, salí de casa a las ocho y media y llegué a las doce.
Esta es precisamente una de las cosas buenas que tiene correr -o pasear-. Es un rato que tienes para estar tranquilo y pensar en tus cosas.
20 octubre 2007
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