Con más miedo que verguenza salimos esta mañana con la bici. Amenazaba lluvia y parecía que los que no limpiamos la bici del barro de Guadalajara del Domingo pasado, la ibamos a limpiar este Domingo bajo la lluvia
Además, por aquello de innovar un poco, decidimos hacer un camino no habitual. Uno que hicimos Chema y yo hace mucho, que nos perdimos, que dimos mil vueltas y que llegamos tardísimo a casa y hechos polvo. Un día que amenaza lluvia es el día ideal para este tipo de cosas. La confianza de Chema de recordar el camino nos dió confianza a todos y decidimos intentarlo.
Salimos hacia el parque natural, subimos por el lado sencillo, que nos deja cerca del restaurante Gurugú, seguimos por el borde del precipicio y llegamos a la barrera en la parte alta del parque natural. Ahí a la izquierda, cruzamos la carretera y ... Chema empieza a darnos más confianza. Nos dice por el lado que no es. Afortunadamente, por ahí no teníamos dudas y no le hicimos caso, pero empezamos a rezar para la parte en que dependíamos de su memoria... ;-)
Cruzamos la carretera y seguimos por el camino de la izquierda, cruzando la vía del ave por debajo y hasta llegar a Villalvilla. Allí, subiendo subiendo, llegamos al final de una calle sin salida. Escalamos un poco, con la bici a cuestas y llegamos a una carretera en obras que nos llevó a un urbanización.
Seguimos explorando, porque entre la memoria de Chema y que la obra cambió todo el paisaje desde la última vez que pasamos por ahí, no nos quedó más remedio.
Finalmente, la memoria de Chema despertó al llegar a no sé que sitio, recordó el camino, atravesamos un campo de golf por una carretera y después de dar un par de vueltas, vimos a lo lejos las antenas telefónicas de la parte alta de Anchuelo. Por fin algo conocido, así que hacia allí nos dirigimos.
Desde allí el camino a la panceta fué fácil. Desde la antena todo hacia abajo. El pueblo oscurecido por las nubes tormentosas y el rayo de sol que se cuelta señalando justo el camino sobre el bar de la panceta. Vaya, ¡de película!.
Al terminar el descanso, pensé que iba a tener que buscar una foto de un ciclista en traje de buzo para poner aquí, porque estaba chispeando algo fuerte y amenazaba con que ibamos a llegar empapuchados a casa. Afortunadamente quedó en nada, algo de viento en contra, las gafas con gotillas de agua, pero nada más.
Al bajar el parque natural, nos pasó la vuelta ciclista. Como quince o veinte, todos de uniforme azul (creo recordar que ponía "universidad de alcalá"), menos uno que iba de marrón porque debió darse algún morrón encima de un charco, nos fueron pasando poco a poco, con cuentagotas.
Al llegar a la cuesta pequeña pero muy empinada que baja desde la perrera hasta el puente sobre el henares, entrando ya en alcalá, vimos que la vuelta ciclista en pleno la bajaron subidos encima de la bici, no como nosotros, que habitualmente la bajamos al lado de la bici. Parecía tan fácil que Rubén y yo decidimos intentarlo. Efectivamente, no es muy difícil, es más lo que impresiona al verla que la dificultad real.
En fin, divertido, emocionante por la incógnita de si hubiera sido bueno traerse el paraguas, unos treinta y muchos kilómetros, desde las nueve que salimos hasta las doce y media que llegamos a casa.
25 febrero 2007
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