Ayer salí sobre las ocho y media a correr, desde la Casa del Mar hasta la escalera 11 de la Playa de San Lorenzo (unos cinco kilómetros). Esa era, al menos la intención. La realidad es que ya al empezar a correr sentí las piernas muy pesadas, más de la cuenta. Allá por la playa de Poniente, tras algo más de diez minutos corriendo, decidí pararme y seguir caminando. La respiración bien, símplemente las piernas que parece que iban pegadas al suelo y no había manera de moverlas.
Después de mi desayuno y del paseo, sobre las once, volví caminando hasta la playa de Poniente y desde allí empecé a correr otra vez en dirección a la Casa del Mar. Esta vez, a pesar del calor y de la humedad que me dejaron empapadito, si corrí bastante bien y llegue sin problemas.
06 agosto 2008
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